Hoy nos preguntamos cómo llevar la mochila: ¿Es mejor llevarla pegada a la espalda o separada? Hemos realizado un pequeño experimento con algunas mediciones para que puedas sacar tus conclusiones…
Una de las formas habituales de llevar cargas en montaña es mediante la mochila.
Con variantes de la misma, en cada región montañosa encontraremos elementos similares que han sido utilizados de forma ancestral para acarrear bultos.
Entre las mochilas de que disponemos en la actualidad podemos distinguir tres grandes grupos en función del diseño de la espaldera:
- Aquellas que van pegadas a nuestro cuerpo.
- Las que se apoyan solo en varios abultamientos anatómicamente distribuidos.
- Las que, mediante un armazón, se separan varios centímetros de la espalda.
Llevar la carga apoyada íntimamente al cuerpo genera al andar menos cambios en nuestro centro de gravedad, además de que abriga la espalda, si hace frío.
Por el contrario, cuando hace calor, llevarla separada facilita la aireación, a cambio de desviar dicho centro de gravedad ligeramente hacia atrás.
El experimento ¿Cómo nos afecta el sudor?
Fijémonos ahora en el aspecto térmico.
La mochila pegada incrementa la sudoración en las zonas que cubre. Los tejidos mojados pierden buena parte de su capacidad de aislamiento térmico, por lo que notaremos frío en cuanto la descarguemos de los hombros.
Para cuantificar en qué medida nos afecta uno u otro modelo de mochila, hemos empleado dos de distinta espaldera pero similar tamaño, de 36 y 35 litros de capacidad.
La primera deja un espacio de aireación en la espalda de entre 2 y 4 cm, apoyándose sobre una malla tensa permeable al aire.
La segunda ofrece una espaldera con varias acanaladuras, supuestamente destinadas a la circulación de aire entre ella y la espalda.
Hemos cargado ambas con 4,6 kilos de peso, contenidos en recipientes de agua, repartidos de forma similar en ambos casos.
Para simular las condiciones reales de uso en cuanto a posición y esfuerzo, hemos preparado una bicicleta ergométrica, ajustando el manillar para mantener una postura erguida, similar a la de marchar a pie.
Cómo llevar la mochila: prueba y resultados
Realizando un esfuerzo mantenido de 100 W durante 20 minutos con cada modelo de mochila, hemos insertado una sonda térmica en la mitad de espalda, a la altura de la 12ª vértebra dorsal, entre la piel y la camiseta, separada de ambas mediante una pequeña cápsula, y con otra hemos registrado la temperatura ambiente.
Con un promedio de temperatura exterior de 6ºC, la sonda de la espalda marcaba 27,44ºC utilizando la mochila con la rejilla de separación.
Tras un periodo de descanso, al hacer la prueba con el otro modelo, pegado a la espalda, el termómetro exterior mostraba una media de 7,8ºC, mientras el sensor de la espalda alcanzaba los 32,96ºC de promedio durante los 5 minutos finales de la prueba.
Por lo tanto, descontando la diferencia de temperatura ambiente entre ambas pruebas, llevar una mochila con la espaldera pegada hace, en este test, que la piel de la espalda soporte 3,72ºC más calor.
Una vueltita más
Esos resultados ya muestran una clara diferencia térmica entre ambos modelos, pero hemos dado un paso más.
Durante los minutos finales de cada test hemos añadido, mediante un ventilador, una corriente de aire lateral, con una velocidad de 17,2 Km/h, medida mediante anemómetro digital.
Bajo el efecto del viento suave, la temperatura de la espalda, utilizando la mochila pegada, apenas descendía 0,36ºC, tal como cabía esperar al bloquear la ropa los canales de su espaldera, teóricamente diseñados para permitir el paso del aire.
En cambio, en tan solo 2 minutos, bajaba de 27,44ºC a 25,3ºC en el caso de la mochila separada de la espalda mediante una rejilla.
En presencia de aire lateral, la mochila de espaldera ventilada nos permitiría disfrutar de una temperatura 5,5ºC más fresca que la opción de espaldera pegada.
Cómo llevar la mochila: conclusiones
Por lo tanto, desde un punto de vista térmico está clara la ventaja de utilizar mochilas con cierto espacio libre entre su espaldera y el cuerpo, ya que reducen la sudoración local y mantienen la capacidad aislante de la ropa.
Tema aparte será el de valorar la influencia de ambos sistemas en el centro de gravedad del conjunto persona-mochila, y el coste energético de la marcha… pero eso lo dejamos para otro post 🙂 .
Ahora que ya tienes la información necesaria para decidir cómo llevar la mochila, sólo te queda escoger tu mochila de montaña ¡y lanzarte a la aventura! J
Por Kepa Lizarraga, especialista en Medicina del Deporte y Mikel Lizarraga, Analista físico-químico. Ambos colaboradores de Forum Sport
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Soy Kepa Lizarraga Sainz, Doctor en Medicina y Cirugía, Especialista en Medicina de la Educación Física y el Deporte y Diplomado en “Médicine et Biologíe des environnements extrêmes” por la Universidad de Burdeos.
He trabajado con deportistas de todos los niveles competitivos. Desde aficionado hasta élite mundial, y de especialidades tan diversas como el atletismo, el remo, piragüismo, ciclismo, triatlón, esquí en todas sus modalidades y, sobre todo, montañismo, que también practico.
Sobre el terreno, he sido médico de varias expediciones a las más altas cimas, cono el Everest y el K2, de largas travesías de montaña, como la Transpirenáica y de pruebas como el Campeonato del Mundo de Cross, de 1992, o la Universiada de invierno, en 1995, de Campeonatos del Mundo de Baloncesto femenino junior, de Cesta Punta o de Sokatira, de Campeonatos estatales de varios deportes, o médico de la Selección Española de Ciclismo femenino, por citar algunas pruebas.
He publicado varios libros sobre la Medicina aplicada a esos deportes, presentado comunicaciones científicas en Congresos internacionales y publicado más de 400 artículos de divulgación sobre Medicina del Deporte.
Actualmente colaboro, junto con mi hijo, Mikel Lizarraga Elejaga, en el Blog de montaña de Forum Sport.
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